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Por Alejandro Ocampo
Número
53
Bienvenidos
a la edición 55 de Razón y Palabra.
En esta ocasión la coordinación
del monotemático corrió a cargo
del maestro Lenin Martell, investigador de la
Universidad Autónoma del Estado de México
y está dedicado al análisis y reflexión
en torno al espacio público global. Gracias
a Lenin y a todos los colaboradores de este número
por compartirnos sus pensamientos.
Esta edición
abre de la mejor manera nuestro año número
11 y de igual forma nos reitera lo importante
que es y será este año para Razón
y Palabra, así como para su comunidad.
Así pues, aprovechamos para desearles
a todos un excelente año, lleno de aprendizajes,
productividad y éxitos. Uno de los nuestros
es continuar con nuestro trabajo de la mejor
manera posible.
También
desde ahora queremos hacerles una cordial invitación
a participar en el congreso de la Media Ecology
Association que, por primera vez fuera de la
Estados Unidos, se realizará en junio
próximo en el Tecnológico de Monterrey
Campus Estado de México, nuestra casa.
Esta organización, la Media Ecology Association,
representa la continuación de la escuela
que formara Marshall McLuhan y que en la Universidad
de Nueva York fundara Neil Postman. Ambos, McLuhan
y Postman, representan dos de los principales
estudiosos –y críticos- de las tecnologías
en su relación con el hombre y con la
sociedad en general. La sana aireación
de estas ideas en la realidad y pensamiento iberoamericanos
seguramente resultará en un enriquecimiento
de ambas. De lo que se trata es de construir.
En este sentido,
la comprensión de una –nueva o actualizada,
pero vigente- antropología es imperante
para el siglo que apenas comienza. Ante nuestra
cada vez mayor inventiva para crear tecnología
que rebasa o de plano olvida que su principal
función es la de simplificar y estar al
servicio del hombre, es preciso recuperar lo
importante de la ética y aplicarla a esos
nuevos desarrollos. Establecer este cambio de
concepción e incorporar una visión
de hombre que nos permita ser el centro –crítico
para consigo mismo- y no sólo un accesorio
periférico, es el reto para estos tiempos.
En este sentido, el lúcido Edgar Morin
nos da un indicio que puede servir de punto de
partido hacia una comprensión más
integral:
El siglo XXI
deberá abandonar la visión unilateral
que define al ser humano por la racionalidad
(homosapiens), la técnica (homo faber),
las actividades utilitarias (homo economicus),
las necesidades obligatorias (homo prosaicus).
El ser humano es complejo y lleva en sí
de manera bipolarizada los caracteres antagónicos:
sapiens y demens (racional y delirante); faber
y ludens (trabajador y lúdico); empiricus
e imaginarius (empírico e imaginador);
economicus y consumans (económico y dilapidador);
prosaicus y poeticus (prosaico y poético).
(Morin, 2001, Los siete saberes
necesarios para la educación del futuro.
México: UNESCO, p. 55).
Por otra parte,
si como Toffler mencionó, la tercera ola
se caracterizará porque las personas puedan
pensar más y trabajar menos, será
necesario incluir a todas las personas y no sólo
a algunas, por lo que elevar esa antropología
a aun rango de hombre genérico es también
indispensable. Ya Orwell nos ha recordado hasta
la saciedad que esa idea de que todos somos iguales,
pero algunos más iguales que otros, es
abiertamente incompatible con una democracia
efectiva y que va más allá de la
parte electoral. Ese es el reto. Es necesario
asumirlo.
Alejandro
Ocampo Almazán
Director de Razón y Palabra |